martes, 20 de junio de 2017

A MI MAMÁ, QUE LA QUIERO TANTO…

Aquél día, el Sol amaneció distinto…
las nubes no parecían tan grises…
y hasta las gotas de lluvia resbalaban más lentas por los cristales, sabedoras testigos del milagro…
Y ya, enfrente, a las Puertas del Cielo… ni apenas llegué a llamar, que un ángel las abría ante mí…
Y yo, habría de cruzar el umbral hacia sus brazos…
Y se agrietó el suelo a mis pies cual abismo…
Y tenía miedo de caer!!!
Pero el Viento Grande me flotó en un salto, y me encontré así, ya mecida en su regazo…
Si es… que se puede describir el calor del Sol sobre tu piel, o la fuerza de las olas guiando tu cuerpo, o un instante de felicidad…
Ha de ser muy parecido a esto…

Aquél día… era mamá... y era el mismo Dios que me abrazaba, y veía el mundo a través de él… y me tocó, otra vez, con su dedo…
Y me regaló su Luz…
Y volar se tornó divino…
¡¡¡ y Dios me sonreía desde el Cielo!!!

Paloma

María Paloma Fernández González
"Relatos para el alma"

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